Cuando fui invitada a Inglaterra, al aniversario nº 70 de la muerte de Bach, me tocó exponer sobre lo que en ese tiempo estábamos haciendo en Chile. Siempre creí que no debemos quedarnos en la teoría, sino que avanzar en el servicio y la ayuda hacia aquellos que lo necesiten, es por esto que compartí el sueño de Bach de que nuestro arte terapéutico estuviera en los hospitales, en los colegios, en las familias, en las cárceles y en el día a día.
Me tocó sentarme al lado de una gran y sabia mujer que hizo relevante nuestro hacer floral, como fue Medlin Shefer. Ella estaba asombrada y emocionada de lo valientes que éramos y del trabajo que estábamos comenzando a realizar, pues ella en Europa no había podido, después de tantos años, acceder a las instituciones que nosotros habíamos logrado ingresar.
El sueño de Bach siempre fue llegar a muchísimas personas con el propósito de sanarlas, y eso fue para mí una gran inspiración. Caminé por aquellos lugares que Bach recorrió y vibré de solo sentir su gran misión. ¿Qué pasaría si Bach volviera a nacer hoy? ¿Lo reconoceríamos? ¿Estaría feliz del rumbo que ha tomado la Terapia Floral? ¿Nos ha permitido amarnos más entre todos y disolver nuestras diferencias, aceptando los cambios, o es una época donde nuestros defectos están a flor de piel? La Florosofía nos invita a vivir la transición del hacer floral, donde el Florósofo, desde el Ser, vibra desde lo mejor de sí.