
A continuación reproducimos el contenido de entrevista realizada por Revista Paula- Uruguay, a Teresita Espinoza Woters, Terapeuta Floral, docente, sintonizadora y investigadora de las flores chilenas y sus sistemas.
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MAYO 2019
La medicina natural suma adeptos alrededor del mundo y en Uruguay tampoco nos es ajeno. De ahí que se invitara a la master chilena Teresita Espinoza, fundadora de la Escuela Tebach, para que contara los avances de sus terapias preparadas con plantas de su país.
Las flores del desierto de Atacama, el bosque profundo del sur de Chile, el altiplano del norte y las cumbres de la cordillera de los Andes brindan a la terapeuta chilena Teresita Espinoza la riqueza necesaria para realizar medicinas que se adaptan a las enfermedades de este tiempo. Estudiando flor por flor de cada región, la referente accedió a trescientas nuevas especies curativas con las que trabajar y crear las esencias que facilita a escuelas, hospitales y usuarios afines a su filosofía. Está convencida de que la naturaleza aporta a la humanidad lo indispensable para sanar todos los males, y bajo esta premisa, desde hace veinte años se especializa y brinda conocimientos sobre medicina natural.
Las Flores de Bach fueron su primer amor; es así que los 38 preparados del médico homeópata inglés son la base de sus estudios. Sin embargo, observa que las sociedades modernas sufren nuevas enfermedades, para las que es válido continuar buscando respuestas en las plantas. Fundó entonces la Escuela Tebach, en la que investiga y acerca remedios energéticos, destinados a aliviar el dolor, ampliar el registro consciente y ayudar a evolucionar a cada persona. Las esencias se indican según el temperamento, estado mental, y carácter de cada individuo y mediante su toma prolongada logran despejar velos internos que llevan a la auto observación y a detenerse en uno mismo para ampliar el estado de conocimiento sobre la vida. “Me interesa mostrar cómo las flores funcionan en el día a día; cómo ayudan al ser humano a encontrarse a sí mismo. Hoy la sociedad vive desequilibrios y la gente cree en todo lo que está escrito en vez de buscar su propio camino interior. Me pregunto por qué hay tanta gente infeliz. Hay más medicamentos y más médicos que nunca, pero cada día estamos más enfermos. Tenemos que parar y ver qué está pasando, cómo debemos trabajar la salud y la enfermedad. El fin de las flores es buscar que las personas sean felices, no con información y exigencias, sino encontrándose a sí mismas”. Agrega que las flores no son una moda y que durante muchos años se dijo que trabajan sobre lo emocional, pero que en realidad también actúan en lo psíquico, desde el foco de cómo la mente es capaz de enfermar al cuerpo.
Teresita se especializa en las problemáticas que afectan a niños y jóvenes, por lo que propone utilizar las gotas para casos de bullying –en los que hay que tratar tanto a la víctima como al acosador–, trastornos de déficit atencional e incluso adicciones.
PAULA habló con la especialista durante su visita a Montevideo con motivo de capacitar a terapeutas nacionales en el área de las flores.
–¿Qué lugar tiene hoy la medicina natural?
Teresita: Creo que hoy la medicina natural y la convencional no son caminos paralelos, por lo tanto hay que tener respeto por las dos formas. Ya hace quince años que la OMS sugirió a los gobiernos que incluyeran las terapias complementarias en los hospitales. Hoy en Chile más del 60 por ciento de los pacientes pide tratarse en forma paralela con medicinas alternativas. Por esto, es fundamental que los profesionales de salud se formen también en esta área. A la vez, hay que tener en cuenta que no somos únicamente cuerpos y que no podemos pedir que nos cure siempre otro, el médico o el terapeuta. Tenemos que tener responsabilidad como pacientes y hacernos cargo de porqué nos enfermamos. Desarrollar o no una enfermedad depende de uno.
–¿Cómo es la apertura hacia su técnica en Uruguay?
T: Enorme, creo que todos hablamos el mismo lenguaje. Me toca estar en contacto con profesionales de acá que ven niños empastillados, a los que se les dijo que la única forma de atender su desequilibrio en atención o hiperactividad es mediante la medicina farmacoquímica, y ahora están probando la medicina natural. Debemos evitar caer en los errores que cometieron otros países, como Estados Unidos, que tiene un índice altísimo de medicación en niños. Los profesionales uruguayos se acercan a los cursos a aprender sobre flores para complementar su conocimiento. Por otro lado, acá no están reguladas las medicinas complementarias y el Ministerio tiene que tener la disposición para que se regule la naturopatía, la acupuntura, la homeopatía. En Chile tardamos diez años, pero estamos a punto de lograrlo.
–¿Piensa que tiene que ver en esto la industria química?
T: Sí. Ellos se mueren de la risa. Para ellos todo esto es placebo, aunque vean cambios. ¿Cómo puede ser placebo tanto en los niños como en bebés y en animales? Para ellos es más importante lo sintético. Pero la verdad es que la naturaleza tiene todo lo que el hombre necesita.
–¿Desde qué edad se aconseja el tratamiento con gotas?
T: Siempre digo que se pueden tomar desde antes de ser concebidos, ya que no tienen contraindicaciones de ningún tipo. Las hemos usado con niños en terapia intensiva, por ejemplo, y vemos cómo empiezan a salir adelante. Tampoco hay plazos establecidos. Hay quienes comienzan a tomarlas por un tema específico y cuando lo sanan, las dejan. Mientras que hay otros que las siguen tomando, rescatando áreas de su consciencia que se habían perdido.
–Justamente se especializa en niños.
T: Sí, llevo años trabajando en esa área y hay buenos resultados. Pero no es apretar un botón y sanar; la terapia floral es progresiva, va de menos a más. Es necesaria la continuidad de los padres. Veo que hay niños que no son felices y trabajo ahí, en esos puntos. En los hospitales, en los colegios de condiciones sociales profundas, humildes. Quiero rescatar a esos chicos, más allá del medio en el que viven, quiero que puedan salir adelante. Es un tema que implica tomar responsabilidad y entonces tratar a un ser en forma integral, para que su futuro dependa solo de él. Acabo de estar en Estados Unidos durante un mes y medio y es alarmante la cantidad de chicos que se ven viviendo en la calle. Jóvenes que empezaron con metilfenidato y marihuana, y hoy están en la heroína. ¿Qué va a pasar dentro de diez años con ellos? Lo más fácil es no hacer nada, pero es necesario educar. Es un tema que me preocupa, entonces me ocupa y hoy me especializo en formar terapeutas a los que les importe la humanidad.
–Le tocó atender en distintas catástrofes naturales.
T: Sí. Colaboré con los cubanos cuando atravesaron las consecuencias de dos ciclones seguidos de 8.9 e hicieron fórmulas con mis flores para sanar a los afectados. En ese momento, yo estaba en México y sentí que tenía que hacer algo. Creé una fórmula que se llama Fuerza de vida, con la que la persona empieza a recuperar su equilibrio, su estabilidad, su paz. Otra vez estaba en Chile en 2014, cuando sucedió un ciclón. Allá tengo una red de terapeutas en todo el país y nos pusimos a la orden del Ministerio de Salud. También me pasó frente a catástrofes en Ecuador y México. La gente entra en shock ante estos eventos y no sabe qué hacer, por lo que decidimos darles gotas. Hemos hecho más de 400.000 dosis para la gente. En esos casos también me pregunto quién cuida a los que cuidan. Estoy rodeada de médicos y no médicos, sometidos a un estrés gigante, y no saben cómo calmarse, entonces también hay esencias para ellos.
–En este tratamiento, ¿influye la predisposición con la que uno realiza las tomas?
T: No, las flores no son cuestión de fe. Funcionan más allá de la predisposición de la persona, son un remedio natural. Es más que un medicamento porque a medida que se toman, se empiezan a despejar velos. Entonces la persona comienza a entender que no es víctima de la vida, no deposita ni en Dios, ni en el médico, ni en nadie la capacidad de sanar, sino que empieza a hacerse cargo y a tener la fuerza de curarse a sí mismo. Activan el mecanismo de sanación y ayudan a hacer un nuevo trato con la vida. Consiste en una terapia preventiva que se anticipa a cualquier enfermedad. Siempre digo que los médicos han cometido un gran pecado, hacer creer a la gente que son solo cuerpo, y uno es mucho más que eso.
–¿Qué implica para usted llevar una vida de bienestar?
T: Parar la mente, que es nuestro peor enemigo. Hay un área que nos boicotea constantemente; es esa voz que dice que no valemos nada, que nadie nos va a querer, que nos va a ir mal. Lo primero que hay que hacer es tomar el control y no huir de los pensamientos, sino confrontarlos. Saber qué es lo que estoy sintiendo, si es miedo o ansiedad, para enfrentar a ese monstruo de siete cabezas que dice ´ten cuidado, ten miedo, no te va a salir´. Lo hemos pensado tantas veces, que al final toman la fuerza necesaria para dominarnos. En fin, debemos divertirnos más.

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